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CUENTO TIERRA DEL COLIBRI

12.12.2010 14:43
TIERRA DEL COLIBRI

En  un  día  muy  soleado,  un  hermoso  colibrí  de  varios  colores,  parecidos  al  arco  iris;  llamado "Quimi"  merodeaba por la zona donde vivía Ishpompo, un niño tsa'chi alegre, sabio, conocedor de su tierra y de  sus  elementos;  de  cara  alargada  y  mirada  penetrante,  el  mantenía sus costumbres; se pintaba  el  cabello con achiote y el cuerpo con rayas negras y blancas. Quimí era muy juguetón, le gustaba ir de flor en flor y estar cerca de Ishpompo. Su lugar favorito era el río Blanco, un río extenso y correntoso;  en  ese  lugar había un ambiente de paz y tranquilidad; una hermosa hojarasca donde retozan  insectos,  mariposas,  también   armadillos,  ardillas,  guatusas y  una  infinidad  de animales silvestres.  Una  hermosa  cascada  con  abundante  agua  pura  y cristalina se encuentra en la zona, la cual era visitada  por mucha gente y por los animales; principalmente por Quimí, además de un niño colono  de  nueve  años,  que estudiaba  en la escuelita  "Rio Blanco",  que  era  el mejor  amigo  de Ishpompo,  cuyo  nombre  es  Domingo.  Domingo, Ishpompo y Quimí solían salir a jugar entre árboles y flores del lugar,  en  un  clima  agradable, entre fresco y húmedo, a veces soleado, a veces lluvioso, siempre felices. Era temporada de competencia de cometas. Domingo siempre quiso participar, pero nunca  aprendió  a  hacer  volar   una cometa. Aún así, se arriesgó pero escuchando los consejos de Quimí, quien más que nadie, sabía lo que era volar. Con ese apoyo se inscribió en el concurso, porque era un niño valiente, sin temor a nada. Decidido a participar, dedicó un hora todos los días, a practicar el  juego  popular  de la  cometa. Pero  nunca  le avisó a Quimí que estaba practicando. Un día, Quimí encontró a Domingo, solo y triste, en  medio  del bosque;  de pronto  lo ve que estaba llorando, se le acerca y le dice:

-Hola, qué te pasa, cuéntame;  ¿Te puedo ayudar en algo?  -Lo que sucede  es  que  llevo  días practicando con la cometa y no puedo hacerla volar. Quimi le ayudó, le dio muchos consejos, Domingo se dio cuenta  que ese colibrí era amigable y muy hablador; recordó que el colibrí le dijo que si quería aprender,   debía ser perseverante y solicitar ayuda al sabio Ishpompo. Domingo fue a hablar con su amigo y le  solicitó ayuda; Ishpompo como siempre, le dijo que sí. Luego de varios meses Domingo ya estaba preparado para concursar y decidido a ganar; y así fue, ganó el concurso, pero a partir de ese momento todo era  maravilloso,  habían encontrado la verdadera amistad, siempre se encontraban en el bosque, o en el río para  pescar,  solían hacer  fogatas para abrigarse,  utilizando  los  pedazos de madera  seca  que  dejaba  el río  en sus orillas. En una ocasión hicieron una fogata tan alta, que se la vio hasta en la ciudad, se asustaron un poco, pero Ishpompo invocó a sus ancestros, para que envíen la lluvia y extinga el fuego. Esta fue una gran ocasión para ellos, pues se dieron cuenta que al hacer esa fogata tan grande, pusieron en peligro todo el bosque y sus animales, que se hubiesen quedado sin hogar. Desde entonces acordaron los tres llevar un mensaje de paz y hermandad, para cuidar su casa grande, para conservarla y respetarla, y así pueda seguir siendo de utilidad para todos. Ishpompo salió río arriba conversando con la gente y entregándoles el mensaje que traía. Domingo hizo lo mismo, yendo río abajo. Y Quimí se internó en la selva contando a cada ave, animal e insecto que encontró, que sus amigos los niños estaban trabajando para preservar el ambiente. Los tres hablaron con la gente de! pueblo, para que colaboren con una semilla de cualquier planta. Todos apoyaron y hubo quienes se ofrecieron para sembrar. Todos ayudaron y fue hermoso ver como apoyaron a preservar la naturaleza. Cierto día Quimí salió a probar el néctar que en cada flor encontraba, pero no pensó que al acercarse a los caseríos sería peligroso, porque él confiaba mucho en el ser humano, sobre todo en los niños, ya que sus amigos y Ishpompo y Domingo, nunca le hicieron daño; pero esa tarde pasó lo peor, Quimí fue atrapado como una red, mientras se posaba en una flor de la maceta de esa casa. Un hombre de aspecto rudo lo atrapó y lo puso en una jaula junto a otras aves que allí se encontraban Pronto se dio cuenta que tenían amarrados a armadillos, guantas, hasta al viejo tigrillo lo tenían enjaulado, le habían cortado sus garras y sacados sus colmillos. Aquel lugar era terrorífico.
Sus  nuevos  amigos  de  prisión  le  contaron  que  sólo esperaban el momento de su muerte, habían pasado los días  encerrados,  muchas  veces  sin  comida  ni agua, algunos de ellos mutilados. Quimí durante  el  tiempo  que  estuvo  en  cautiverio  no  dejó  de  transmitirles  energía  y ánimo a sus compañeros. Mientras tanto, cerca de la cascada Domingo e Ishpompo se preguntaban tristes porque no habían vuelto a ver a Quimí, les hacía falta para sus juegos y para alegrar el aire con su vuelo de colores;

pensaron lo peor. Un día por la mañana, como pocas sucedía, el hombre decidió darles de comer a las aves; en un descuido, por un espacio pequeñito de la puerta, entre la mano de su captor y las rejas, Quimí voló hacia la libertad; todos lo vieron como   revoloteaba de felicidad. diciéndoles desde el aire: no se preocupen yo los liberaré; pero el hombre intentó golpearlo, y él al ver que no podía hacer más, decidió volar lejos de ese lugar.  Le costó  mucho  orientarse donde estaba, pues su captor lo había trasladado, al otro lado del bosque, donde solía jugar con Domingo y Ishpompo. Tomo mucho néctar, de toda flor que encontró. para tener energía y emprendió vuelo hacia dónde moría el Sol; sabía que pronto encontraría su hogar.

Así fue, llegó una mañana a la cascada donde todos estaban reunidos. pero no quiso acercarse, pues la experiencia que había tenido le hacía sentir mucha desconfianza; más sin darse cuenta, Ishpompo que lo conocía muy bien, lo reconoció  y  alertó  a todos,  de su regreso; muy felices de verlo porque estaba vivo, aunque un poco maltratado. Quimí les comentó la triste historia por la que atravesaban varios animales, en poder del humano captor. En ese momento, los tres juraron sacarles de la prisión en que se encontraban. Ishpompo nuevamente invocó a sus ancestros, para que envíen fuego a la casa  del  captor,  quien  preocupado  po  rimpedir que se quemen sus muebles, se descuidó de los animales. Aprovechando la confusión, Domingo, Ishpompo, Quimí y muchos colibríes que vinieron en auxilio, abrieron las jaulas y liberaron a todos los animales. Quimí cumplió de ese modo su promesa, preservando los elementos de la naturaleza.




FIN      

KARLA PUENTE CASTRO

 

Dibujo en plumilla por: Aníbal Puente E. .                                                                                                                                           

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